Participacion social, eje fundamental en la construccion de pais

 

¿QUE ES LA PARTICIPACION SOCIAL EN EL SIGLO XXI?



La participación social en el siglo XXI ha evolucionado considerablemente, adaptándose a las nuevas dinámicas sociopolíticas, tecnológicas y culturales que caracterizan la era digital y globalizada. En su esencia, sigue siendo el ejercicio democrático mediante el cual los ciudadanos intervienen activamente en los asuntos públicos y en la toma de decisiones que afectan su bienestar colectivo. Sin embargo, los modos, canales y alcances de esta participación han cambiado de manera sustancial, presentando retos y oportunidades inéditas.

                             La participación social:

           UN DERECHO Y UNA RESPONSABILIDAD

Primero, es crucial reconocer que la participación social es un derecho consagrado en muchas constituciones y normativas internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se concibe como un derecho fundamental que permite a los ciudadanos influir en las políticas públicas, ejercer control sobre los recursos comunes y garantizar que las instituciones respondan a sus necesidades. En este sentido, es también una responsabilidad cívica. La democracia no puede prosperar sin la implicación activa de sus ciudadanos, quienes deben asumir un rol consciente y comprometido con el bien común.

2. Modalidades de participación en el siglo XXI

Las formas tradicionales de participación, como el voto, la asistencia a reuniones comunitarias o la representación en sindicatos y asociaciones, siguen vigentes, pero han sido complementadas, y en algunos casos transformadas, por nuevas herramientas que brinda la tecnología. Las redes sociales, las plataformas digitales de participación ciudadana y las consultas virtuales han democratizado el acceso a la toma de decisiones, permitiendo que más personas puedan involucrarse en cuestiones públicas, sin barreras geográficas ni temporales.

En el siglo XXI, la participación social ya no está limitada a los espacios físicos tradicionales. Iniciativas como el crowdsourcing de ideas, la participación en foros virtuales o la creación de movimientos sociales desde plataformas digitales son ejemplos del nuevo dinamismo. Sin embargo, este escenario también trae consigo desafíos: la sobreinformación, las noticias falsas y la polarización pueden distorsionar el debate público y debilitar la efectividad de la participación ciudadana.

3. ¿Es obligatoria la participación social?

En términos legales, la participación social no es obligatoria en la mayoría de los sistemas democráticos. La participación, entendida como votar o involucrarse en procesos de consulta, es generalmente voluntaria. No obstante, hay excepciones como los países con sistemas de voto obligatorio, donde el ejercicio electoral es un deber cívico.

Más allá de las normas, la participación social debería considerarse como una obligación moral y ética en sociedades que aspiran a ser democráticas e inclusivas. La falta de participación de los ciudadanos puede dar lugar a que decisiones críticas sean tomadas por pequeños grupos de poder o por una élite política o económica, lo que erosiona los fundamentos democráticos y aumenta las brechas de desigualdad. La apatía y la desafección pueden ser tan peligrosas como la exclusión misma.

4. El desafío de la participación efectiva

No toda participación es efectiva, ni toda intervención garantiza un impacto positivo. Un desafío importante del siglo XXI es la calidad de la participación. Si bien el acceso a los medios para involucrarse ha aumentado, el reto ahora es garantizar que las voces ciudadanas realmente influyan en las decisiones. Los gobiernos y las instituciones deben ser receptivos, crear mecanismos transparentes y garantizar que la participación no se quede en una mera formalidad o consulta simbólica.

Además, es importante promover la educación cívica y la alfabetización digital, para que los ciudadanos cuenten con las habilidades necesarias para ejercer una participación informada y crítica. Esto es particularmente relevante en una época donde la manipulación de la información es una amenaza constante.

5. Participación social, construcción de comunidad y cambio social

En última instancia, la participación social en el siglo XXI es mucho más que un acto político o administrativo. Se trata de un proceso de construcción de comunidad y de búsqueda de justicia social. Movimientos globales como el feminismo, el ecologismo o la lucha por los derechos de las minorías nos recuerdan que la participación puede transformar realidades, desmantelar estructuras opresivas y generar cambios duraderos.

La participación social en el siglo XXI es más relevante que nunca. Si bien no es obligatoria en términos legales, sí lo es desde una perspectiva ética y moral para quienes desean vivir en sociedades justas, equitativas y verdaderamente democráticas. Los ciudadanos no solo deben involucrarse, sino hacerlo de manera crítica, informada, formada y comprometida, acogiéndonos y aprovechando el mandato Constitucional de 1991 desde donde se reconoce al elector primario como la máxima autoridad.

Las nuevas herramientas que la tecnología y la globalización ofrecen, pero siempre atentos a los riesgos que estas mismas pueden representar. Solo así la participación social podrá ser el motor de transformación que nuestras sociedades requieren; desde donde se reconoce al elector primario con máxima jerarquía, con autoridad, autonomía, independencia y poder de decisión, a la hora de la construcción de las políticas públicas.

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