NOTA EDITORIAL.
Por: Revista ABC de la Salud.
dirigida al secretario de Cultura, Santiago Trujillo.
Una apuesta comunitaria por el arte, la memoria y la participación.
La Secretaría de Cultura ante el desafío de honrar el espíritu de “Barrios Vivos”
¿derroche injustificado de los presupuestos sociales?
La denominación “Barrios Vivos” no es un simple lema institucional ni una fórmula publicitaria. Es una declaración de principios que conlleva una enorme responsabilidad ética, política y social para la Secretaría de Cultura. Implica comprender y actuar en coherencia con la vitalidad, creatividad, diversidad y dignidad de las comunidades. Y en este contexto, el llamado a estar “a la altura del nombre” es una exigencia concreta, no una metáfora grandilocuente.
En primer lugar, asumir el nombre de “Barrios Vivos” con
seriedad exige que la Secretaría de Cultura sea garante de la inversión responsable
y transformadora de los recursos públicos. Esto significa pasar de una lógica
de simple ejecución presupuestal muchas veces guiada por la premura o por la
presión de resultados urgentes, de operadores que priorizan el cumplimiento formal sobre el impacto
real a una lógica de fortalecimiento e innovación social, planificación participativa con
criterios técnicos, y fortalecimiento institucional.
En este sentido, una Secretaría a la altura de los barrios no
es aquella que “cumple con gastar” el presupuesto asignado, sino la que lo
convierte en valor público tangible, procesos culturales comunitarios con
continuidad, infraestructura cultural digna, redes de creadores fortalecidas y
ciudadanía cultural activa. No es gasto, es inversión; no es inercia, es
visión.
Por ello, es urgente y estratégico romper con el modelo
desgastado y perverso de los llamados “presupuestos participativos” tal como se
han venido ejecutando en muchos territorios, un sistema que, más allá de su
aparente lógica democrática, ha sido cooptado en múltiples ocasiones por prácticas
clientelistas, corrupción administrativa o simulación de participación real.
Esos modelos, lejos de empoderar a las comunidades, muchas veces las dividen,
las instrumentalizan o las condenan a proyectos inconexos, sin medición de
impacto ni sostenibilidad. Como bien lo señala la crítica; se convierten en una
apología al delito, al derroche y a la desconfianza ciudadana.
Una Secretaría de Cultura que respeta a sus barrios vivos no
puede seguir alimentando esta inercia. Por el contrario, debe convertirse en un
actor central en el diseño de nuevas formas de gobernanza cultural territorial,
donde los presupuestos sean herramientas para crear, innovar y fortalecer las políticas públicas basadas en evidencia, co-creación y articulación
interinstitucional. Políticas que no dependan del cambio de administración,
sino que construyan capacidades duraderas en los barrios: laboratorios
culturales, procesos de memoria, escuelas de formación, economías creativas
sostenibles y nuevas pedagogías sociales.
En ese marco, la cultura no es un adorno ni un gasto
marginal; es el corazón del tejido social, la base de una ciudadanía activa y
la vía para superar muchas de las violencias estructurales. Si “Barrios Vivos”
pretende ser más que un nombre, la Secretaría debe ser mucho más que una
entidad ejecutora: debe ser un organismo que promueve el derecho a la cultura
como un bien común, que incentiva la participación crítica y que dignifica los
saberes populares.
La verdadera altura de la Secretaría de Cultura se medirá no
por el número de eventos o la ejecución del presupuesto, sino por su capacidad
de generar procesos significativos, de formar ciudadanía y de sembrar políticas
públicas que le devuelvan a los barrios su poder, su palabra y su futuro.
Barrios Vivos. Que la Cultura Esté a
la Altura del Nombre
¿Qué
significa realmente “Barrios Vivos”?
Decir “Barrios Vivos” no debe
quedarse solo en el papel o en los discursos.
Es una frase
que debe reflejar lo que verdaderamente somos; comunidades con inteligencia,
incidencia y poder de decisión, con fuerza, con ideas, con historia, con la
urgente y apremiantes ganas de transformar; importantísimo acercarnos a la
actualización de la PARTICIPACION SOCIAL DEL SIGLO 21” mandato Constitucional
desde donde se reconoce como máxima autoridad al elector primario, “hechos que
en este momento solo esta en los anaqueles y en buenas intenciones de los
funcionarios y sus instituciones” .
Pero para que eso sea posible, necesitamos que las instituciones estén a la altura. Y la Secretaría de Cultura tiene un papel clave. En estos momentos debe cobertirse en el faro que tenga la capacidad de iluminar y marcar un norte a la verdadera participación social que cuenta ya con mas de 33 años de atraso.
Invertir con sentido, no malgastar con
excusas
Muchas veces vemos cómo los presupuestos públicos se ejecutan
sin planificación, sin procesos claros o sin dejar beneficios reales en los
barrios. Se gasta por gastar. Y eso no es invertir.
Invertir en cultura es apostar por el futuro.
Apoyar procesos que dejen capacidades.
Fortalecer redes de artistas, gestores y organizaciones
locales.
Crear espacios donde la cultura florezca todos los días, no
solo cuando hay eventos, premios rumba y francachela.
La Secretaría de Cultura debe ser aliada de los barrios, no
solo una oficina que aprueba proyectos o llena informes.
Decirle no al derroche:
¿y los famosos presupuestos
participativos?
Mucho se ha hablado de los “presupuestos participativos”, pero en la práctica, en muchos casos.
No hay verdadera participación.
Se reparten recursos entre unos
pocos.
Se repiten eventos sin impacto.
Se promueven divisiones en lugar de
unir.
Eso no es cultura comunitaria. Eso es
usar el nombre de la participación para justificar el derroche. Y hasta puede
convertirse en una forma disfrazada de corrupción.
¡Eso debe cambiar!
LO QUE SÍ NECESITAMOS:
cultura para crear, unir y
transformar
Queremos una Secretaría de Cultura
que:
Apoye procesos sostenibles y no solo
actividades de unos pocos días.
Fortalezca las políticas públicas
culturales pensadas con la gente y en el desarrollo de su gente y sus
territorios.
QUE IMPULSE LA INNOVACIÓN LOCAL. nuevas ideas, nuevas formas de
expresión.
Trabaje articuladamente con otros
sectores (educación, salud, juventudes) para que la cultura esté presente en
todo.
BARRIOS VIVOS NECESITA UNA CULTURA
VIVA, PARTICIPATIVA, CREATIVA Y TRANSFORMADORA.
EL PODER DE LA
CULTURA. SEMILLA PARA EL CAMBIO
La cultura no es un lujo. Es una
necesidad. Es una
forma de sanar, de expresar, de aprender, de construir una verdadera comunidad
incidente y con capacidad de decisión.
Y si la Secretaría de Cultura toma en serio su papel, nuestros barrios lo
van a sentir y lo podrán vivir:
Más confianza.
Más participación real.
Más identidad y pertenencia.
Menos violencia, menos olvido.
En síntesis.
Barrios
Vivos no puede ser solo un eslogan.
Debe de ser
una oportunidad para invertir bien, no para malgastar.
Es hora de dejar atrás los presupuestos sin sentido, sin beneficios reales y menos
sin impacto.
¡Es momento de crear una cultura con sentido de pertenencia, con comunidad y
con visión de futuro y continuidad, verdaderas acciones que fortalezcan la
construcción de las políticas públicas!
Revista
ABC de la salud.
Periodismo
comunitario y alternativo.
Informa – forma y
apoya la educación.
¡Un
nuevo estilo de realizar periodismo social incidente capaz de generar cambios!
