PARTICIPACIÓN
SOCIAL.
NI FRAGMENTADA NI CAPTURADA POR LA
POLITIQUERÍA.
En tiempos donde la democracia parece reducirse a urnas y promesas, la participación social debería ser plena, directa y sin filtros clientelistas. Los presupuestos participativos nacieron para devolver poder a la gente, pero cuando se usan como vitrina política o moneda de cambio, dejan de ser democracia y se convierten en teatro de la politiquería.
La comunidad no necesita migajas de decisión, necesita incidir
en todo el presupuesto, en todas las políticas y en cada paso de la gestión
pública. La verdadera transformación no llega con cuotas fragmentadas ni con
líderes que negocian votos, sino con ciudadanía informada, medios comunitarios
fuertes y veeduría social permanente.
No basta con elegir proyectos; es hora de cocrear el futuro
sin padrinos políticos. La participación social del siglo XXI exige
transparencia, ética y decisión colectiva, no promesas recicladas ni
presupuestos usados para perpetuar viejos poderes.
Revista ABC de la salud.
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